Odio los autos

Publicado 2022-03-01

Es martes por la tarde, así que es un buen momento para quejarse.

Hay un millón de razones para que no nos gusten los autos: la contaminación, el ruido, tener que depender de ellos para llegar a cualquier sitio, el hecho de que faciliten la expansión sin sentido de los suburbios, etc. Pero no, hoy no voy a hablarte de nada tan elevado y sublime como todo eso. Quiero quejarme de algo mucho más personal.

Hace poco le compré a mi perrita una de esas ingeniosas correas retráctiles para poder darle más libertad para moverse cuando salimos a pasear juntos. Tiene tres o cinco metros de largo; no recuerdo exactamente. En su mayor parte, ha sido un alivio. La antigua correa era mucho más corta en comparación, así que estoy seguro de que los dos estamos muy contentos de no tener que tirar más de la correa (no es que me gustase hacer eso). Ella parece mucho más relajada y, al tener más libertad ahora, rara vez tira de la correa ella misma.

Sin embargo, siempre hay algo malo: en este caso los autos. Vivo en un típico suburbio en el que las casas están conectadas por callejones aptos para peatones que, lamentablemente, están abiertos al tráfico lento, aunque solo sean lo suficientemente anchos para que quepa un auto. Por supuesto, cuando salgo a pasear con mi perra, lo hago por estos callejones, ya que no hay ningún otro sitio por el que caminar. Por lo general, cuando caminas por estas calles y un auto quiere pasarte, no pueden rodearte, así que te ves obligado a moverte a un lado como un idiota y dejar pasar la máquina, como si de alguna manera tuvieran un derecho divino de paso.

Esto supone un problema cuando paseo a mi perra. Los perros, al ser perros, son como pequeños niños curiosos (y muy ágiles) y hay que mantenerlos cerca cuando hay un auto cerca. Así que cuando estoy ocupado disfrutando de un agradable paseo con mi mascota y un auto quiere pasarme, tengo que tirar del pobre animal o correr hacia ella para mantenerla a salvo (decirle que se quede ni siquiera funcionaría en el desafortunado caso de que esté en una esquina y el auto quiera girar), lo que hace que mi nueva correa retractil sea inútil y mis paseos un completo dolor en el ojete, ya que los autos me presentan su horrible existencia cada dos minutos.

¿Por qué tengo que preocuparme tanto de que los autos atropellen a mi perro? Por qué no puedo pasear a mi mascota tranquilamente? Me encantaría dejarla correr libre en el parque más cercano para que pueda hacer ejercicio, pero no puedo porque el parque está rodeado de calles (¡con autos!) y nunca sé cuándo mi perra puede desobedecer mis llamadas, salir corriendo a la calle, y ser atropellada por una máquina asesina que ni siquiera debería estar ahí en primer lugar.

Se supone que estos callejones son para los peatones en primer lugar, pero a los dueños de los autos les encanta creerse también los dueños del lugar acelerando y sin mirar lo que hay en la puta calle. Los autos fueron un error. Su existencia hizo que el estúpido suburbio en el cual vivo pareciera una buena idea y, mientras siga viviendo aquí, siempre tendré que tener bien puesto el ojo en la calle cosa que nadie de mi casa sea atropellado. Dios santo.

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